Microrrelatos

 "Gigante Blanco de Franjas Negras"

Por: Yorglenis Michelle

     Aún recuerdo el sonido del mar al golpear las rocas y la manera como desde lo alto, mi cabello se movía al compás del viento y me sentía en la cima del mundo. Fue en verano cuando mi padre me llevó a conocer a aquel gigante blanco de franjas negras que se alzaba sobre la tierra y que entre susurros hipnóticos, que creí que solo escuchaban los torreros, me invitaba a subirlo. Escaleras en espiral nos dieron la bienvenida y al acercarnos a la garita, fue cuando entre pequeños saltos de victoria, aceleré el paso y me embargó una profunda sensación de melancolía, que lejos de oponerse a la sonrisa que se había dibujado en mi rostro, la dotaba de la belleza propia de los momentos que no merecen ser olvidados. Desde las alturas, donde el silencio se codeaba con calma, pude apreciar los barcos que se encontraban en el puerto y la ciudad parecía convertirse en el escenario ideal para una novela, donde el Faro de Quequén fuera el protagonista, fue entonces cuando juré que un día no muy lejano regresaría y cruzaría de nuevo sus paredes cargadas ahora de cien años de historia.

- Microrrelato para el "Certamen Internacional de Microrrelato al Centenario del Faro de Quequén 2021".

"El hada que le tenía miedo al tiempo"

Por: Yorglenis Michelle

     Érase una vez un hada que le tenía miedo al tiempo. Cada mañana recolectaba los pétalos que caían de las flores y hacía con ellos un cesto, en el que guardaba objetos perdidos que traía consigo el viento.

     Un día se rebasó, de tantas reliquias que tenía dentro y una ardilla le recomendó que se deshiciera de las que no tenían ningún arreglo. Le respondió que no podía, porque les guardaba un cariño inmenso, con ella estaban seguras, pues no las abandonaría de nuevo.

"Hospital"

Por: Yorglenis Michelle

     Cuidar de alguien más le otorgaba un propósito, saberse necesaria y útil se convirtió en el estímulo que iluminaba sus zonas oscuras. Se redimía a cambio de un atisbo de gratitud. A veces llegaba en forma de un abrazo, de palabras cortas o de frases largas, pero por lo general se expresaba en miradas compasivas y llantos silenciosos que terminaban en un apretón de manos o alguna caricia en el hombro. 

     Lo que nadie percibía es que se sentía egoísta por recibir a cambio de sus servicios más de lo que creía merecer, volverse adicta a la sensación de haber hecho lo correcto, la impulsaba a seguir haciéndolo, tal vez por costumbre, tal vez por voluntad genuina; probablemente por alimentar su ego a base de la validación ajena. Pero ¿Qué quedaba para ella una vez salía del hospital? Nada, afuera no tenía nada, era solo una de esas almas en pena que parecen vagar sin rumbo fijo, aunque tengan un uniforme que advierte al resto que sí hacen algo con su vida.

"Imaginación"
Por: Yorglenis Michelle

     Pasaba gran parte de su vida inmersa en su imaginación. Imaginaba cómo habría sido su vida si hubiera tomado las decisiones correctas, aunque sabe que no existen y si se hubiera dado cuenta a tiempo de que nunca fue realmente feliz. Pero ¿Qué se hace cuando te sientes tan insuficiente que piensas que cualquier intento de romper con el patrón que te llevaba siempre al mismo sitio, habrá sido en vano? Los intentos se convierten en inacción, en parálisis, en quebranto; te consumes. Sin embargo, aún cargaba consigo un apice de esperanza, era lo único que la hacía levantarse a diario.

"Bienvenida"
Por: Yorglenis Michelle

     Tenía miedo, vaya que tenía miedo. Nadie me había advertido que aquella noche mis pesadillas más oscuras se harían realidad al observar aquella figura blanca de rostro alargado, que amenazaba con arrebatarme la cordura y sumirme en la desesperación.

     No había nadie en casa. Mi corazón latía tan rápido que parecía tener vida propia y querer engullirme, si no lo hacía antes aquella criatura. Traté de huir, pero el eco inminente de una voz profunda invadió la casa. "¡Huye!", susurraba, "Antes de que sea tarde...", enfatizó.

     Cerré los ojos y los apreté fuertemente. De un momento a otro estaba mirando mi cuerpo sobre mi cama y en la pared estaba escrita la palabra: "Bienvenida".

- Microrrelato para el "II Certamen de Microrrelatos de Intriga y Suspense Misterioso Móstoles 2021".


"Alas de El Olimpo"
Por: Yorglenis Michelle

     Cuenta la leyenda que en las noches en las que había Luna llena, salían alas de su espalda y se transformaba en mariposa. Volaba hacia la montaña más alta y una vez allí, se dejaba caer, como si al hacerlo, le otorgara mayor libertad a su cuerpo, siempre dispuesto a ser transportado por las alas que parecían sostenerlo, mientras lo llevaban de un lugar a otro. No lo había pedido, no las tenía por decisión propia y aunque eran un privilegio que los demás no podían jactarse de poseer, perdieron su encanto en el mismo instante en el que se percató de que no hacía nada realmente valioso con ellas, ¿Qué sentido tenía exhibir algo que no provoca más que admiración vacía mientras alimenta su ego? Se había convertido en una especie exótica que se encuentra por tiempo indefinido en un zoológico o museo de una pequeña ciudad; una atracción más, algo que solo vale la pena ver.

     Un día dos hombres con intenciones de raptarla, acudieron a su encuentro, una vez hallaron su localización exacta; les habían pagado doscientas monedas de oro para que la trajeran con vida. La costurera del pueblo había decidido que convertirla en tela fina sería de gran ayuda para la comunidad, pues podrían exportarla a las localidades vecinas y venderla como “La  tela de los dioses”, pues los muy ingenuos al observar los múltiples colores que la cubrían, asegurarían que ésta los dotaría de los poderes sobrenaturales de los habitantes de El Olimpo.

"El ratón que vivía dentro de una manzana"

Por: Yorglenis Michelle

     Había una vez un ratón que vivía dentro de una manzana, a su amigo ratón solía invitar y hacían eternas pijamadas. Vivian en el medio del bosque, a unos pocos metros de la Aldea de las Hadas y compartían todos los frutos que recolectaban. Un día el ratón que vivía dentro de la manzana, le dijo al otro ratón que por favor se marchara, se había acostumbrado tanto a que estuviera en la casa, que cuando no estuviera, un río haría con sus lágrimas, quería asimilar que si algún día le faltaba, podría sobrevivir aunque le doliera el alma. Su amigo, el ratón, le dijo que no se preocupara, que la muerte era segura, pero mucha vida le quedaba, que todavía podrían hacer muchas más pijamadas y que si algún día alguno se iba, el amor del otro habitaría en su alma.

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